Enamorarse es un aguacero

Escritor: Yoyo

Enamorarse es un aguacero.
No avisa. Te deja así, empapado.
Como un carro que te salpica justo
cuando ya ibas tarde y con el corazón
lleno de papeles.

O llega suave, como brisa en la nuca,
que se te mete por la espalda hasta que se vuelve una tormenta.

Aparece el día que no llevas paraguas.
Ni botas. Ni paciencia.

Y cuando ya estás mojado por dentro y por fuera,
¡pum!
Te encuentras ahí, bailando sobre los charcos.
Porque ya que estás mojado… ¿qué más da?

Y justo ahí, cuando empiezas a disfrutar la tormenta,
el cielo se aburre.
Se abre. sale el sol.
Y no calienta: seca.
Seca el piso, la ropa
y también las ganas.
Y no sabes si darle gracias o mentarle la madre, !hijueputa¡

Porque después del amor, todo se te pega.
Como una camiseta mojada que no puedes sacar sin romperla, que huele raro
y no se seca nunca.
Pero igual te la vuelves a poner.

Y no es que no te cuidaran.
No es que no te dijeran “ven, escámpate”.
Es que tú querías quedarte ahí, con los ojos cerrados y la boca abierta,
tragando agua como si fueran besos.

Porque hay lluvias que enferman,
pero también son:
Dos amantes en la esquina, con la lluvia chorreándoles las ganas, Bajo un aguacero pornográfico que parece bendición y no el castigo de un cielo que está celoso.
De dos amantes empapados de lujuria, agarrándose el culo como quien se aferra en un naufragio,
Con sus lenguas —afiladas, borrachas— mojadas de fiebre, cruzándose como espadas de esgrimistas en duelo húmedo y sagrado sobre un ring sin reglas.

Esa lluvia enferma. si
Pero lo peor es haberse mojado sin haber sentido el aguacero entero.

…enamoramiento y amor no son lo mismo…